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En Fonseca: los Ovidios ilustrados de la Universidad de Santiago de Compostela (II)

Después de una larga pausa veraniega, con el otoño volvemos para seguir explorando la presencia de Ovidio en el fondo antiguo de la Biblioteca Universitaria de Santiago.

En esta segunda entrada sobre la biblioteca compostelana nos ocuparemos de presentar los ejemplares de las traducciones del poema de las Metamorfosis que ven la luz en el siglo XVI y XVII. Se trata de verdaderos best-sellers que difunden por Europa el poema ovidiano en italiano, español o flamenco, acompañado de ilustraciones narrativas que embellecen los libros y ofrecen una lectura figurada de los episodios. Resulta especialmente interesante comprobar que las versiones ilustradas de esta obra de Ovidio que se conservan en la biblioteca de la Universidad constituyen una muestra de las tres maneras de ilustrar las ediciones del poema mitológico que se conciben en este siglo que por la difusión y la fama que adquirió se ha dado en llamar la Aetas Metamorphoseos.

Por tanto, a través de los ejemplares del Fondo Histórico compostelano, versiones en distintas lenguas y formatos, se puede trazar el proceso de difusión e influencia de las Metamorfosis en la segunda mitad del siglo XVI, porque en ellos se constatan las innovaciones más importantes, no solo en los formatos editoriales, sino, sobre todo, en la creación de imágenes para ilustrar los contenidos mitológicos.

La biblioteca conserva un ejemplar de cada una de las dos únicas ediciones españolas que llevan ilustraciones y, además, un ejemplar de la bellísima edición veneciana de la famosa e influyente traducción italiana de Giovanni Andrea dell’Anguillara, que, por primera vez, en 1584 se edita adornada con unos grabados en cobre de gran calidad, que inauguran un nuevo modo de figurar el mito ovidiano.

Desde el punto de vista de la cronología de la tradición ilustrada, el ejemplar que representa el primer desarrollo de las nuevas formas de ilustrar el mito es la traducción española atribuida a Jorge de Bustamante y publicada en Amberes en 1595 en casa de Pedro Bellero. Esta traducción española en prosa, que está trufada de comentarios y alegorías, es la primera versión en español del siglo XVI y se edita dieciocho veces desde inicios del XVI al inicios del XVII. A pesar de este éxito editorial, el texto mereció, sin embargo, una sola versión ilustrada, que es esta edición hispano-flamenca que lleva un juego de xilografías, que son copias fidelísimas de las planchas del grabador alemán Virgil Solis.

Licaón en lobo. Libro 1 (f. 7)

Las copias que ilustran la edición española se distinguen con dificultad de sus modelos alemanes, ya que algunas de las estampas de 1595, como la que representa la transformación de Licaón en lobo, muestran el monograma VS, la firma de Virgil Solis, lo que hizo pensar en una reutilización de las planchas originales. Sin embargo, la serie alemana no solo muestra el monograma del autor en muchas más planchas que el juego que aparece en la edición de Amberes, sino que además incorpora otras marcas de posibles grabadores del taller de Solis, que están ausentes en las planchas de la versión española. Sobre esta base se considera, pues, que los grabados que acompañan a la traducción de Bustamante deben de ser obra de un autor flamenco anónimo.

El ataque de las mujeres de los Cícones y la muerte de Orfeo. Libro 11 (f. 165v)

Por lo que se refiere al modo de ilustración del poema, de los alrededor de doscientos cincuenta episodios o historias mitológicas expuestos o narrados con mayor o menor detalle en las Metamorfosis, en la edición de Amberes se representa un amplio muestreo en la serie de ciento setenta y cinco grabados. Algunos de ellos resumen varios momentos de una historia o episodio, como el que nos muestra la muerte de Orfeo, narrada en el libro décimo primero, mientras que otros desglosan en varios grabados dos o tres momentos de una misma historia, los que representan la historia de Cadmo y la fundación de Beocia, narrada en el libro tercero.

La edición, pues, con su profusa ilustración, pretende ofrecer una versión visual de la mayoría de las historias y episodios narrados en el texto y, a la vez, constituye un caso muy interesante dentro de la ilustración de Ovidio, porque se incardina en la serie de traducciones a las lenguas vernáculas del poema de las Metamorfosis que se hacen acompañar por series de imágenes de larga e importante tradición. Por su relevancia es una edición de gran difusión que está presente en numerosas bibliotecas españolas, en las que hasta el momento hemos localizado doce ejemplares, cuatro de los cuales ya se encuentran alojados y estudiados en el sitio web de la Biblioteca Digital Ovidiana.

A diferencia de esta edición de las Metamorfosis ampliadas, tanto en el texto como en la imagen, que se detiene en intentar figurar casi cada uno de los episodios, el otro ejemplar español ilustrado, que Diego Fernández de Córdoba publica en 1589 en Valladolid, y que contiene la que se considera la mejor traducción al castellano de Ovidio, producida en verso por Pedro Sánchez de Viana, es una versión muy distinta del poema con un tipo diferente de ilustración.

Las Transformaciones de Ouidio traduzidas del verso latino, en tercetos, octauas rimas por el Licenciado Viana, en lengua vulgar castellana. Diego Fernández de Córdoba, Valladolid, 1589

Cronológicamente, representa el segundo tipo de ilustración que se desarrolla en Italia y que se materializa en la primera edición de la traducción italiana de Anguillara publicada por G. Griffio en 1561. En estas ediciones hay una reducción drástica de los grabados, que quedan en quince, uno por cada uno de los libros. Un tipo de aparato figurativo que tiene su origen en los usos de los manuscritos y los incunables franco-flamencos y se materializa en las ediciones francesas del primer cuarto del XVI, a partir de la lionesa de 1510.

Ya hemos entrado en contacto con esta edición española en nuestra visita a la biblioteca de la Catedral de Santiago, que también conserva un ejemplar, de modo que ya hemos expuesto las características de este producto de corte italianizante, cuyo modelo literario, editorial y figurativo es la exitosa traducción italiana de Anguillara, que en 1589 ya tenía varias ediciones a sus espaldas, y circulaba por Europa como un best-seller.

Sin embargo, a pesar de que ya se había publicado con sus innovadoras calcografías la gran edición de la traducción italiana de 1584 de la que hablaremos a continuación, el producto español, más modesto y menos cuidado, no incorpora calcografías, sino que utiliza las mismas xilografías, de calidad desigual, que habían aparecido en la segunda edición de la traducción de Anguillara en Venecia en 1563, impresa por Francesco De Franceschi. Como ya hicimos ver en la entrada sobre el ejemplar de la catedral, los episodios representados parecen haber sido escogidos obedeciendo al criterio de representar las historias con las que comienza cada uno de los libros del poema,  y esto parece cumplirse casi sin excepción.

A pesar de sus fallos de edición, la traducción ilustrada de Sánchez de Viana,  conoce un éxito y una difusión sin precedentes en España, de modo que la mayoría de las bibliotecas españolas con fondo antiguo poseen uno o varios ejemplares. De los cuarenta y cuatro ejemplares localizados hasta el momento veintiséis se encuentran accesibles en sitio web de la Biblioteca Digital Ovidiana

Le Metamorfosi di Ovidio, ridotte da Gio Andrea dell’Anguillara in ottava rima, con le Annotationi di M Gioseppe Horologgi & gli argomenti & postille di M Francescho Turchi: In questa nuova Impressione Di Vagle Figure adornate. B. Giunta, Venecia, 1584.

Precisamente, el tercero de los grandes ejemplares ilustrados del quinientos que posee la biblioteca universitaria es la octava edición de la misma traducción de Anguillara, que publica en Venecia Bernardo Giunta en 1584, y va adornada con unas calcografías de gran calidad realizadas por Giacomo Franco, un grabador italiano, discípulo de Agostino Carracci. El ritmo de la ilustración de esta edición sigue siendo el escogido por todas las ediciones de la famosa traducción italiana que, como acabamos de ver, también se adoptó en la versión española de Viana: quince grabados, uno para cada uno de los libros.

Desde el punto de vista de la técnica, la novedad fundamental de esta difundidísima edición radica en el cambio de la xilografía a los grabados en cobre, pero las estampas constituyen una innovación también desde el punto de vista formal, porque componen grandes frontispicios que se colocan junto al inicio de cada libro, inaugurando una visión distinta de la figuración narrativa del mito.

En un formato también nuevo, a toda página, cada uno de los quince grabados recoge una serie de episodios -no todos- de los que se desarrollan en el libro en cuestión. Sirviéndose del procedimiento de la narración continua, que compone una gran escena en la que se figuran distintos episodios para mostrar una secuencia temporal dentro de una unidad espacial, los grabados de Franco pretenden funcionar como una suerte de resúmenes figurados de las historias contenidas en cada uno de los libros que ilustran. El intento de compilar los contenidos del poema, libro a libro, se refleja también en los «Argumentos» compuestos por Francesco Turchi que acompañan a los grabados en la introducción a cada libro.

Las historias se figuran presentándolos desde delante hacia atrás, disminuyendo en tamaño y acomodándose a los lados, y en la parte inferior y superior de una línea, cuya lectura parte, unas veces, desde arriba, y, otras, va desde el frente hacia atrás. Por regla general, cada estampa privilegia uno de los episodios de cada libro por medio del tamaño, de la colocación, o de ambas cosas, y, a continuación, se colocan el resto de los episodios representados que van disminuyendo en tamaño a medida que se alejan hacia el fondo de la imagen. Las historias aparecen plasmadas en su imagen más significativa, y, como en el propio poema, se concatenan dentro de un fondo común por medio de elementos naturales de paisaje, o estructuras arquitectónicas, urbanas o aisladas, que acogen a las figuras. Todos los personajes que forman parte de las distintas escenas llevan inscrito al lado su nombre.

Todas las ediciones de esta traducción italiana tuvieron un gran éxito, como ya hemos apuntado, pero, de manera concreta, esta gran edición se convirtió en un verdadero fenómeno editorial en Europa. En las bibliotecas españolas se han localizado hasta el momento trece ejemplares, de los cuales en el sitio web de la Biblioteca Digital Ovidiana  se encuentran alojados y estudiados ocho.

Estos tres ejemplares, que representan el mejor Ovidio ilustrado del XVI, junto con la famosa traducción de Ludovico Dolce, que no está presente en la Biblioteca Xeral, tienen una importancia añadida por la influencia que ejercen sus textos e ilustraciones, no solo en los artífices, pintores y escultores del momento, sino también en otros ámbitos de las artes, como el propio teatro del Siglo de Oro. A esto habría que añadir el hecho de que las altas cotas de innovación en la narración figurada de los episodios mitológicos inspirados por Ovidio que se alcanzan en este momento no se van a ver superadas en siglo siguiente, de modo que la pervivencia de las series figuradas de grabados continúa durante largo tiempo en la edición del poema.

Un ejemplo de esta pervivencia es el éxito de la traducción flamenca de las Metamorfosis de Jan Blommaerts (Johannes Florianus 1522-1585), de la que, entre 1555 y 1650, se hicieron hasta dieciocho ediciones con diferentes juegos de grabados.

Metamorphosis dat is: Die Herscheppinghe oft Veranderinghe beschreuen vanden vermaerden ende gheleerden Poet Ovidius. G. Leestens, Amberes, 1619

A la impresa en Amberes en 1619 por Guilliam o Willem Lesteens (1590–1661), pertenece un ejemplar conservado en la biblioteca compostelana. Esta edición flamenca es una reimpresión con ligeras modificaciones de la edición de la traducción de Florianus que publica en Amberes en 1595 Peeter Beelaert, el mismo Pedro Bellero que imprime el mismo año la traducción de Bustamante que hemos comentado más arriba. Como su “gemela” española, iba ilustrada con un juego de ciento setenta y cinco grabados, copia de la serie de ciento setenta y ocho estampas realizadas por Virgil Solis.

La misma serie acompaña al texto en la edición de 1619, aunque en este caso  son ciento setenta y seis los grabados incluidos, con uno más que no figuraba en la edición de 1595, concretamente el de la conversión de las Helíades, las hermanas de Faetón, en árboles. Este mismo juego de xilografías se vuelve a utilizar en una serie de ediciones flamencas que se imprimen en Amberes y Rotterdam a lo largo del siglo XVII, en 1631, 1637 y 1650

Esta edición flamenca es una rareza en las bibliotecas españolas ya que, además del ejemplar de la biblioteca compostelana, solo se conserva otro ejemplar en la Universidad de Sevilla.

 

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Los Ovidios que habitan junto al Calixtino

El archivo-biblioteca de la Catedral de Santiago de Compostela se encuentra ubicado en uno de los brazos del claustro de la catedral, tras la imponente fachada barroca del Obradoiro y bajo bóvedas decoradas con motivos jacobeos que ya presagian el rococó. Surge con la inventio o descubrimiento del sepulcro del apóstol en Iria Flavia, alrededor de los años 820-830. Desde ese momento, se comienza a considerar el espacio del sepulcro y del posterior templo como lugar en el que conservar la documentación real, pontificia, eclesiástica y civil de la ciudad. Su función principal es albergar sus diversas colecciones del thesaurum medieval, así como la organización de la documentación, lo que también incluye la recopilación de archivos. Estas tareas fueron realizadas durante la Edad Media primero por el arzobispo Diego Gelmírez (quien realiza la primera ordenación archivística) en el primer tercio del siglo XII y posteriormente por el arzobispo Berenguel de Landoira en el siglo XIV. Sin embargo, no será hasta el año 1519 cuando el Cabildo nombre por primera vez un responsable específico del archivo.

Desde la inventio apostólica, esta entidad ha sido custodia de la documentación relacionada con la institución de la Iglesia de Santiago de Compostela, y cuenta entre sus decenas de miles de documentos (11.000 solo de la época medieval) con las Actas Capitulares (desde el XV hasta la actualidad), colecciones personales de canónigos como Antonio López Ferreiro o José Guerra Campos, las importantes colecciones documentales del Tumbo A y el Tumbo B y la joya de los documentos jacobeos: el Codex Calixtinus (siglo XII). Este último es bien conocido, si no por contener entre sus páginas iluminadas el texto más antiguo del Liber Sancti Iacobi, al menos por la sonada noticia de su sustracción el 5 julio de 2011 y su posterior recuperación un año después. En el espacio del archivo se puede visitar la sala en la que, flanqueado por los dos Botafumeiros de la catedral, se encuentra expuesto un facsímil del Codex.

Asociada al archivo, pero con entidad propia, la biblioteca de la Catedral de Santiago tiene una triple faceta: es biblioteca capitular, biblioteca jacobea y biblioteca auxiliar del archivo catedralicio. Su papel se ha potenciado desde los años 80 del siglo pasado, momento en el que se abrió al público el archivo y la biblioteca se convirtió en un valioso auxiliar de investigación. Con el nuevo siglo se han producido, además, dos hitos importantes para el valor y el sentido de la biblioteca catedralicia: la creación de un Centro de Documentación Jacobea y la dotación de un espacio específico para crear la Biblioteca Jacobea.

De sus tres facetas, en esta ocasión, nos interesa la biblioteca original que se funda en el siglo XV como fruto de las donaciones del chantre Alonso Sánchez de Ávila y del arzobispo Álvaro de Isorna. La librería catedralicia se termina en 1454 y se instala en una torre del claustro. En el momento, su fondo estaba constituido por un conjunto de libros reunidos para cubrir las necesidades de los canónigos: textos litúrgicos y bíblicos, que servían para sus actividades de culto; y obras de derecho, que empleaban en la defensa de los intereses del Cabildo, en el asesoramiento del prelado o en sus tareas en la audiencia arzobispal. En la segunda mitad del siglo XVI se documenta por primera vez el cargo temporal de guarda o portero de la librería, encargado de custodiar la biblioteca catedralicia, para el que el arzobispo Gaspar de Zúñiga (1569) estableció unas claras funciones de custodia y conservación que consistían en guardar la llave, mantener la biblioteca abierta dos días a la semana con horario fijo, limpiar los libros y la librería y permanecer dentro de ella para evitar los hurtos.

Tras la fundación de la Universidad de Santiago, donde fueron profesores desde el principio los canónigos intelectualmente más valiosos, decreció el interés del Cabildo por su propia biblioteca, lo que explica la parvedad del fondo durante toda la Edad Moderna. Sólo a partir de la Ilustración se sentaron las bases de la que más tarde sería la Biblioteca Capitular -actualmente visitable como parte del recorrido museístico de la catedral-, gracias a las donaciones testamentarias del canónigo maestrescuela, Diego Juan de Ulloa (1762) y del prior de Sar, Pedro Acuña y Malvar (1814). En la actualidad el fondo antiguo de la biblioteca de la catedral cuenta con casi 6.000 volúmenes publicados entre el siglo XV y el siglo XIX, entre los que figuran algunos incunables.

En este conjunto de libros antiguos la presencia de las obras de Ovidio es ciertamente escasa. Tan solo diez volúmenes componen el fondo de este autor clásico y su composición llama poderosamente la atención, porque no figura en el catálogo de la biblioteca catedralicia ninguna edición latina del poeta sulmonés. Ocho traducciones al castellano y dos al italiano componen el curioso panorama de un Ovidio que no es académico, lo que se explica por la cercanía de la gran biblioteca de la universidad en cuyos fondos se encontraban todas las ediciones eruditas del poeta desde el siglo XV. En consonancia con esta circunstancia, las ediciones ilustradas de la biblioteca de la catedral son dos traducciones del poema de las Metamorfosis, una al italiano y la otra al castellano, que se convirtieron en dos best-sellers en el siglo XVI.

Le Metamorfosi di Ovidio ridotte da Gio Andrea dell´Anguillara in ottava rima, Francesco de Franceschi Senese (Venecia, 1572)

La primera de ellas es un curioso volumen de pequeñísimo tamaño (10,5 cm.) que contiene la famosa versión italiana de las Metamorfosis en ottava rima, realizada por el poeta italiano Giovanni Andrea dell’Anguillara Se trata de una de las dos ediciones que ven la luz en Venecia en 1572 en casa del impresor Francesco de Franceschi, apodado Senese por su lugar de origen, responsable de dos de las primeras ediciones de la traducción. Esta edición, que aparece precisamente el año de la muerte del poeta, constituye la quinta reimpresión de la composición en verso de Anguillara, una de las traducciones más famosas de las Metamorfosis, que se va a reeditar recurrentemente -frecuentemente con ilustraciones- a lo largo de tres siglos, hasta finales del siglo XIX.

Desde el punto de vista del modo de ilustrar el poema ovidiano, esta edición es una muestra de la larga tradición, que viene desde época medieval, de acompañar cada uno de los quince libros con una sola imagen, colocada al inicio. Las ediciones impresas adoptarán este ritmo a partir del siglo XV, y las ediciones de la traducción de Anguillara en el siglo XVI mantienen el esquema incorporando quince grabados como ilustración. En el caso de esta segunda edición de 1572, a pesar de lo reducido de su tamaño, el volumen incorpora unas minúsculas xilografías muy sencillas (2,5cm x 3,5 cm), que van colocadas al inicio de cada uno de los libros, tras los argumentos de Francesco Turchi que acompañan al texto. Los grabados son unas copias reducidas, simplificadas y de escasa calidad de las magníficas xilografías que la traducción italiana ya en su primera edición de 1561, impresa en Venecia por Giovanni Griffio.

El ejemplar compostelano, que constituye una rareza en las bibliotecas españolas, sin embargo, está mutilado, así que carece de portada y de los seis primeros libros, que al parecer se perdieron, quizá porque el volumen original se dividió en dos partes. Estas debieron encuadernarse separadamente y solo se ha conservado la segunda, que contiene desde el libro séptimo al decimoquinto. Por tanto, solo se pueden contemplar nueve de las quince xilografías originales con las que contaba la edición, con temas como Jasón y los toros (libro VII), la representación de Escila entrega el mechón de su padre Niso al rey Minos (libro VIII), Hércules y Aqueloo (libro IX), Orfeo canto y la muerte del poeta (libros X y XI), Glauco y Circe (libro XIV) y el prodigio de Áulide (libro XII), el juicio de las armas de Aquiles (libro XIII) o la coronación de Numa (libro XV), que reproducimos más arriba.

    Las Transformaciones de Ouidio traduzidas del verso latino, en tercetos, octauas rimas por el Licenciado Viana, en lengua vulgar castellana. Diego Fernández de Córdoba, Valladolid, 1589

La segunda edición ilustrada del fondo catedralicio es la traducción al castellano de las Metamorfosis realizada por Pedro Sánchez de Viana en tercetos y octavas reales, impresa en Valladolid en 1589 por Diego Fernández de Córdoba. Publicada bajo el título de Las Transformaciones de Ouidio es una de las tres únicas ediciones españolas ilustradas. Tanto desde el punto de vista del texto como del de la ilustración, la edición de Viana es heredera del modelo de las ediciones de Anguillara, que en 1589 ya tenía varias ediciones a sus espaldas y circulaba por Europa como un best-seller. La edición de Viana nace ya  de manera consciente como un “reflejo” de este fenómeno, pues la fiel traducción del licenciado Viana está en octava rima, como la italiana, y el formato del libro no solo es similar en la caja del texto, sino también en la elección consciente del aparato figurativo, que se compone, igualmente, de un juego de quince grabados, uno por libro, encabezando el inicio del texto. Por su parte, la edición española incluye como anexo al texto ovidiano las Anotaciones sobre los quinze libros de las Transformaciones de Ovidio, del mismo Sánchez de Viana, que consiste en un extenso conjunto de comentarios sobre las fábulas y las historias mitológicas.

Sin embargo, a pesar de contar con el modelo reciente de las cuidadas ediciones venecianas -como la gran edición de la traducción de Anguillara publicada por Giunta en 1584 que incorpora unas magníficas calcografías firmadas por Giacomo Franco- el producto español, más modesto y menos cuidado, incorpora quince xilografías, obra de un artista anónimo, que son copias de calidad desigual de las que se incluyen en la segunda edición de la traducción de Anguillara que ve la luz en Venecia en 1563 editada por Giovanni Griffio a instancias del mismo Francesco de Franceschi Senese.

Cadmo y la fundación de Beocia (libro III); el episodio de las hijas de Minias (libro IV); Orfeo cantor (libro X); la coronación de Numa (libro XV)

Para ilustrar los distintos libros, los episodios escogidos parecen haber sido seleccionados, con alguna excepción, de acuerdo con el criterio de representar la escena descrita en los primeros versos de cada libro. Así, la edición se abre con una xilografía que ilustra la conformación del mundo, descrita por Ovidio en el primer libro del poema, representada a través de una escena de la creación que responde a la tradición cristiana con la imagen de un Dios creador entre nubes. Sin embargo, la secuencia de los episodios se ve alterada en esta edición que tiene numerosos errores de impresión, de modo que el grabado que ilustra la historia de Aracne, recogida en el libro sexto, está colocado por error al principio del libro noveno, y, por ende, el grabado con el combate de Hércules y Aqueloo, que se narra en el libro noveno, ilustra el libro sexto.

A pesar de sus carencias, la edición de Sánchez de Viana, conoce un éxito y una difusión sin precedentes en España, de modo que la mayoría de las bibliotecas españolas con fondo antiguo poseen uno o varios ejemplares. Hasta el momento tenemos localizados cuarenta y cuatro ejemplares, de los que veintiséis ya se encuentran accesibles en la Biblioteca Digital Ovidiana.

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