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El Ovidio perdido del Seminario Mayor de Lugo

Siguiendo nuestro recorrido ovidiano por las bibliotecas gallegas, la visita de hoy, más breve de lo habitual, nos lleva hasta la provincia de Lugo, concretamente a la Biblioteca del Seminario Mayor de la propia ciudad de Lugo. La biblioteca, que se ubica en la sede del Seminario Diocesano, sito en la Avenida Ánxel López Pérez, es una institución de titularidad privada pero de uso público y gratuito.

La biblioteca posee aproximadamente 100.000 ejemplares de notable calidad y valor bibliográfico. Las materias mejor representadas evidentemente son las eclesiásticas, la teología, las escrituras y la filosofía, sin embargo, cuenta con obras fundamentales y destacadas del campo de la historia, el derecho y la lingüística, pero también de ciencias naturales y medicina. De manera concreta, es especialmente relevante la sección de ciencia que está relacionada con Ramón Mª Aller, el ilustre científico gallego del siglo XIX famoso por su labor en el campo de la astrofísica, que comenzó su vida sacerdotal y científica en el Seminario de Lugo.

Los orígenes de la biblioteca se remontan a las primeras bibliotecas episcopales de la Alta Edad Media, de modo que se puede afirmar que es una de las bibliotecas más antiguas de Galicia y por ello constituye uno de los bienes culturales más importantes de la provincia de Lugo.

El rico e importante Fondo Antiguo está formado por la Biblioteca Episcopal de la que fue autor el obispo Armañá, del siglo XVIII, al que se le añade el fondo del obispo Balanzá, ya del siglo XIX, además de significativas donaciones de varias figuras ilustres. Está constituido por obras fundamentales de diversas disciplinas y cuenta con numerosos ejemplares únicos.

El fondo ovidiano de la biblioteca del Seminario, sin embargo, no es especialmente nutrido, ya que se compone únicamente de seis ejemplares de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Tres de ellos pertenecen a ediciones latinas de los Fastos y de la poesía del destierro, y tres son traducciones de las Metamorfosis, una de ellas, de 1645, una versión castellana editada en Madrid; otra, una versión francesa del siglo XIX, y la que hemos dejado para el final, la famosa traducción italiana de Giovanni Andrea dell’Anguillara, en la magnífica edición veneciana de 1584 impresa por Bernardo Giunta y adornada con las fantásticas calcografías debidas al discípulo de los Carracci, Giacomo Franco.

Esta edición, con la que ya hemos entrado en contacto en nuestra visita a la Biblioteca de la Universidad de Santiago, es la única obra ilustrada de Ovidio conservada en el fondo del seminario, pero constituye un caso peculiar que convierte nuestra visita en una especie de excepción, porque nos enfrenta a una de esas dolorosas pérdidas que sufren las bibliotecas en las todas partes del mundo.

La rica ilustración de la edición veneciana de 1584, que se muestra en su portada y en los quince grabados, uno por cada uno de los libros del poema, primeras calcografías incluidas en una obra ovidiana, de una calidad y una belleza extraordinarias, ha desaparecido en el ejemplar lucense: las quince ilustraciones han sido arrancadas y no se conserva más que la portada. La edición conserva su valor bibliográfico en su interesante traducción, pero se ha convertido en una lamentable «rareza»: una edición ilustrada que ha perdido todo su aparato visual. Un atentado contra el patrimonio bibliográfico que ha dejado una huella irreparable.

Como patrimonio ovidiano, el ejemplar está presente en la Biblioteca Digital Ovidiana en la que queda constancia de «lo que fue y ya no es», y ocupa un lugar por derecho propio entre los trece ejemplares localizados hasta el momento en las bibliotecas españolas, de los cuales en el sitio web de la Biblioteca Digital Ovidiana  se encuentran alojados y estudiados ocho. Esta famosa edición ilustrada de Ovidio, que se convirtió en un verdadero «best-seller» en Europa, también llegó a esta gran biblioteca de la ciudad de Lugo, pero un lector desalmado decidió cambiar su destino e impedir que otros lectores disfrutaran del poema del autor latino en todo su esplendor.

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Ovidio en la biblioteca pública más antigua de Galicia

Empezamos nuestro recorrido en Galicia. Concretamente en una institución especial, la Real Casa Consulado de A Coruña, que reúne en sí los méritos de ser la fundación cultural más antigua de España y albergar la biblioteca pública más antigua de Galicia.

La Real Casa Consulado de A Coruña ocupa el número 58 –antaño 56– de la calle Panaderas (ahora Plaza Pintor Álvarez Sotomayor nº 1). El edificio se construye a finales del 1700 para ser la residencia familiar de don José Ramos, un comerciante coruñés que en aquellos momentos se encontraba viviendo en Cádiz. Pese a que se hicieron reformas en el edificio –como la que cubría una terraza de estilo andaluz, muy poco apropiada para el clima gallego– don José Ramos nunca llegó a ocuparla. La casa quedó en desuso hasta que el rey Carlos IV extiende un Real Privilegio el 29 de noviembre de 1785, por el cual se destinaba el espacio a la fundación del Real Consulado de Mar y Tierra.

Este edificio, con su reloj en lo alto y con sus ventanas, puertas y barandillas verdes, ha sido la sede, a lo largo de los años, de un sinfín de entidades. Además de la Real Casa Consulado, fue el hogar del Hospital de la Caridad, cuyos niños atendían también a las Escuelas Náutica, de Dibujo, de Comercio y de Hilazas. Ha sido el receptáculo del Museo Provincial de Bellas Artes, otorgado por Franco a petición del artista Álvarez de Sotomayor, que da nombre a la plaza frente al edificio­. En la actualidad alberga, entre otras, la Real Academia Gallega de Bellas Artes y, la que nos atañe, la Biblioteca de la Casa Consulado.

En 1803, el canónigo y escritor Pedro Antonio Sánchez Vaamonde solicita a Carlos IV la fundación de una biblioteca en A Coruña. La cédula es expedida el 2 de junio de 1803 y Sánchez Vaamonde comienza la adquisición de libros –entre los cuales se incluyen 4.500 ejemplares de su propia colección privada– y revistas, así como la recopilación de leyes y tratados.

Fachada del edificio que alberga la Casa Consulado en la calle Panaderas (A Coruña)
(Fuente: https://aco.gal/localizacion/es/72)

La Biblioteca Real Casa Consulado de A Coruña abre sus puertas el 15 de agosto de 1806, y durante dos días la ciudad lo celebra por todo lo alto. La Casa Consulado se viste con motivos alegóricos relacionados con el saber y los libros y, fiel al espíritu del Siglo de las Luces, permanece iluminada durante dos noches. Resiste el embate del tiempo, del Absolutismo, de la francesada y de la Guerra Civil, y llega casi intacta –pues algunos de los libros volvieron francamente maltratados de su estancia, entre 1942 y 1947, en los sótanos del Ayuntamiento da Coruña– hasta nuestros días.

En el informe sobre la biblioteca que escribe en 1860 el entonces Rector de la Universidad de Santiago, J. J. Viñas, se destaca la importancia de la biblioteca por la población en la que se hallaba y por su utilidad para profesores y alumnos, y, además, se da cuenta de la envergadura del fondo, que en el momento se componía ya de más de 10.000 volúmenes.

En la actualidad, alberga 19.661 títulos de monografías, varias obras en varios tomos, que suman 1.000 volúmenes más, y 449 publicaciones periódicas que suman otros 8.000 volúmenes, e incluye tesoros como un manuscrito inédito de Quevedo, un pergamino de América del siglo XVI, la documentación de las reformas de la Torre de Hércules en 1785 a cargo de Giannini, y un incunable veneciano de 1498.

Y entre los casi dos mil títulos de obras de literatura que posee el fondo, se encuentran numerosas obras de autores clásicos, incluido Ovidio. Sin embargo, la presencia de nuestro poeta latino no es abundante. Hay apenas ocho ediciones de sus obras, todas ellas del siglo XVIII , a excepción de la más reciente, una edición española del Arte de Amar publicada en Burdeos, que se fecha en 1802. El fondo ovidiano es una modesta muestra de la edición de las obras del poeta en el Siglo de las luces, pero relativamente variada, ya que incluye tanto ediciones latinas como traducciones, concretamente al francés y al español, que vieron la luz en diversas ciudades de Europa, de Londres a Venecia pasando por Zweibrücken, en Alemania; Villagarcía de Campos, en Valladolid; Burdeos, y, sobre todo, París, de donde proceden dos de ellas.

Y del conjunto total de publicaciones ovidianas, sólo tres son las ediciones ilustradas que conserva la biblioteca. Dos de ellas son ediciones latinas para uso académico, y una tercera, una interesante traducción al francés publicada en París en los tiempos de la Revolución.

La más antigua de las ediciones latinas es una interesante edición de las obras del exilio, las Tristes y las Pónticas, o cartas desde el Ponto, donde Ovidio vivió su expulsión de Roma. La edición conjunta de ambos títulos, publicada en Venecia en 1770 en casa del famoso impresor Remondini, lleva solo dos ilustraciones que, sin embargo, son muy adecuadas para acompañar a las elegías. Como frontispicio de la parte de las Tristes aparece el retrato de Ovidio que evoca no solo la autoría, sino también la gran presencia del «yo» del poeta en esta obra, lo que se refleja en la imagen. Para ilustrar las cartas desde el destierro la edición presenta, en cambio, un mapa de los ignotos y lejanos lugares que se convirtieron en el nuevo hogar de Ovidio, una imagen inusitada para ilustrar poesía que funciona como una aportación erudita que complementa las notas y los comentarios a esta obra contenidos en esta edición. Este mapa de los lugares ovidianos del exilio se incluye por primera vez en una edición veneciana de las mismas obras y con el mismo comentario publicada por Fenzi en 1756.

La segunda de las latinas es una importante y cuidada edición de las obras completas del poeta publicada en tres tomos en la ciudad alemana de Zweibrücken por la Sociedad Bipontina en 1783. La biblioteca de la Casa Consulado solo posee el primero de los tomos que contiene la obra amorosa de Ovidio, Heroidas, Arte de Amar, Amores, Remedios contra el amor y Sobre la cosmética del rostro femenino, además de otras obras atribuidas al poeta. No es una edición ilustrada en sentido estricto, pero consideramos que los discretos grabados xilográficos de las portadas de los tres tomos presentan imágenes pertinentes y adecuadas al contenido de cada volumen. En el caso del primero de ellos, y único que posee esta biblioteca, el grabado muestra la efigie de Ovidio en un medallón que simula una moneda con su nombre inscrito en griego. De nuevo la personalidad del genial poeta, caracterizado en sus retratos por su gran nariz que evoca su «apellido», hace acto de presencia para ilustrar las ediciones de sus obras.

La última de las ediciones ilustradas de la Casa Consulado es una edición francesa en tres volúmenes que contiene la traducción del poema de las Metamorfosis realizada por el poeta Jacques-Charles-Louis Malfilatre (1732-1767) a partir del texto latino del jesuita Joseph de Jouvancy o Jouvency (1643-1719). Se publica en París en el VII año de la República, es decir, entre los años 1798 y 1799. Aunque se trata de una edición pensada para las escuelas, va ilustrada con quince grabados a toda página que representan quince episodios del poema y funcionan como frontispicios introductorios de cada uno de los libros en los que se dividen las Metamorfosis. Cada tomo contiene cinco de los libros y por tanto va ilustrado con cinco grabados, a excepción del primero que incluye, además, un pretendido retrato de Ovidio bajo la apariencia de un poeta renacentista.

Los grabados de la edición son copias de regular calidad de las planchas creadas por G. Zocchi para ilustrar otra traducción francesa de las Metamorfosis que vio la luz en París en 1767. Las escenas representadas se ocupan de mostrar el clímax de una serie de episodios en los que las metamorfosis de los personajes son el centro de la historia, como en el caso de la transformación de Acteón en ciervo por obra de la diosa Diana, que se había visto sorprendida en el baño, o el momento en el que la diosa Venus transforma en una mujer real la estatua, obra de Pigmalión. Esta edición de la Casa Consulado constituye una rareza en las bibliotecas españolas puesto que solo se conservan otros ejemplares en la Biblioteca del Estudio Teológico Agustiniano de Valladolid y en una biblioteca privada de A Coruña.

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